Este era el lema de mi primer trabajo, “vender o morir”, muy fuerte. O vendes o quítate de en medio. Una agencia de marketing promocional regentada por el que fue mi primer jefe, D. Tomás Moliner, que afirmaba tajantemente que sólo había una salida: vender. El primer jefe nunca se olvida, y tuve la suerte de dar con una eminencia profesional en su campo y un hombre exigente donde los hubiere. Un crack. Forjó mi carácter y como os podéis imaginar, salí de allí vivo, mucho más fuerte y con un gen más impreso en mi ADN, el de la VENTA.
No os preocupéis que hoy no os voy a hablar de la pérdida de valores que sufre nuestra sociedad, ni del deterioro continuo en el que nos vemos sumidos como seres humanos. Tampoco voy a hablar del gobierno. Hoy quiero que nos miremos el ombligo y miremos “pa´dentro” por si atisbas que puedes estar inmerso en este proceso de desilusión que embarga a la mayoría de la población.
Cada día me encuentro más personas descontentas con lo que hacen, así en general.
– ¿Qué tal el trabajo?
– Puff, hasta los huevos (u ovarios, para la versión femenina)
Cada día me encuentro más personas amargadas, faltas de motivación, sin ilusión, sin ganas. Sin ganas de vivir. Y si me centro en el mundo de la Venta, cada día me encuentro más personas que trabajan vendiendo y declaran abiertamente que no les gusta vender. Y la verdad es que no hace falta que lo juren. Y yo por lo menos, detecto a muchos a esos que se han hecho un cursillo online de motivación y técnicas de persuasión, que parecen boots, eso no es vender. Cada día me encuentro menos profesionales del mundo de la venta que les apasione su trabajo y me preocupa.
De hecho, en las contadas ocasiones que me enfrento a un buen profesional de la venta, que para mi es como si estuviera delante de un Samurái, disfruto en mayúsculas de cómo me pregunta, cómo me argumenta, qué bueno es técnicamente, cómo domina su producto y el de la competencia, cómo me rebate hasta que me mete en el último tercio y consuma la venta. No puedo hacer otra cosa que decírselo, creo que este tipo de piropos todavía no están en desuso… ¡Qué bien ha hecho usted su trabajo, así da gusto comprar! He disfrutado cada minuto de esta contienda. Es usted un artista. Me veo en la obligación de decírselo, porque sé que a este tipo de personas lejos de engordarles el ego, esto les reta a ser mejores cada día. A los mejores vendedores se los rifan. Son personas a prueba de bomba.
Si no habéis visto AIRBAG, la película de Juanma Bajo Ulloa, nuestro Tarantino, os la recomiendo, en ella en una ocasión Pazos, uno de los protagonistas, cuando ve un buen trabajo, un trabajo bien hecho, dice “profesional, muy profesional” y esta es la frase que resuena en mi cabeza cada vez que veo la excelencia en la venta.
Los profesionales de la venta deben tener habilidades interpersonales sólidas, capacidad de comunicación efectiva, habilidades de persuasión, capacidad para trabajar bajo presión y perseverancia. Además, la capacidad para adaptarse a diferentes situaciones y entender las necesidades y preocupaciones de los clientes es fundamental para tener éxito en este campo.
En resumen, un Samurái de la venta es alguien que utiliza sus habilidades y conocimientos para impulsar las ventas de su empresa, satisfacer las necesidades de los clientes y contribuir al crecimiento y éxito de la organización.
Si no te gusta vender, si no te apasiona lo que haces, no digo que te mueras, pero ya estás tardando en cambiar. Si por el motivo que sea no tienes otra salida que vender, hazlo bien. Hazlo bien por ti y por la dignidad de los demás profesionales que vivimos de esto. Puedes pasar de intruso a Samurái tú mismo, formándote y exigiéndote más cada día, en cada venta.
El orgullo de ser el mejor haciendo lo que haces, ya sea vender, servir, limpiar o conducir te hará ganarte tu propio respeto, y eso “my friend” es lo que te hará ser profesional, muy profesional.