“Todos asumimos que la falta de autoestima da al traste con grandes profesionales, pero en contra de lo que muchos piensan, el ego también tiene efectos perjudiciales en el ámbito de la empresa”. Con esta reveladora frase arranca un artículo publicado por ‘ThinkBig’ que vamos a resumir para hablar sobre el egolíder: un riesgo inasumible para tus ventas.
Tal y como detalla el post, “el ególatra tiene una visión sesgada de la realidad, infravalora a la competencia y se rodea de una camarilla de afines que jalea sin ningún espíritu constructivo sus decisiones”.
En este sentido, Raúl Alonso, autor de este artículo, rememora a “ciertos empresarios que alcanzaron el éxito con rapidez. Su intuición, don de la oportunidad y capacidad de trabajo consiguieron colocarlos en pocos años como un referente del mercado, pero el problema llegó cuando tuvieron que sostener el proyecto. No sé si la relativa facilidad con que vieron cumplidas sus expectativas les hizo pensar que siempre sería así, pero un rasgo común a los casos que conozco es que eran compañías gestionadas por egolíderes, empresarios a los que su alta autoestima les aisló de la realidad del mercado y del equipo”.
El egolíder es incapaz de recocerse como egolíder
Por tanto, “una de las características del ególatra es su incapacidad para reconocer su condición. Ya hemos dicho que la autoestima es importante para mantener sano el ánimo y encarar el día a día con optimismo pero, como en casi todos los venenos, su toxicidad depende de la dosis”. Además, “el egolíder limita su relación con otros miembros de la empresa no considerados de su confianza, lo que estrecha su capacidad para descubrir nuevos valores en el equipo y genera desmotivación”.
“Otra de las características más perjudiciales del egolíder es su escasa habilidad para delegar. Sentirse el mejor le impide confiar en el trabajo de los demás, lo que le obliga a una continua supervisión de las tareas. En la práctica esto genera una necrosis de la iniciativa y falta de operativa, dado que todas las decisiones se aplazan a la espera de su visto bueno”, apostilla el autor.
Por último, recogemos otra de las característica que plantea del egolíder: “no rehúye el cuerpo a cuerpo con otros líderes del sector, es más, acostumbra a buscarlo porque sabe que ese escenario le es favorable. De este modo, la que comenzó como una reunión de prospección de áreas de colaboración puede acabar con posturas irreconciliables, una situación que repetida en el tiempo terminará por aislar a su organización de su hábitat empresarial, y cuando lleguen los problemas no tendrá ningún aliado desinteresado”. Y, por supuesto, “odia perder hasta a las canicas. Solo distingue entre ganadores y perdedores, y sólo querrá relacionarse con los primeros”.